AMAOS CORDIALMENTE
LOS UNOS A LOS OTROS
En las Escrituras, el tierno cariño, la empatía y la
compasión guardan íntima relación con la cualidad cristiana más noble: el amor.
Los cristianos deben distinguirse por la devoción propia de
una familia caracterizada por el amor, la unida y el apoyo mutuo.
Entonces nos podríamos preguntar, ¿Es eso lo que usted siente
por sus hermanos en la fe?.
Aunque tales reuniones, juntas sean emocionantes, algo que
forja una relación aún más estrecha entre los cristianos es servir a Dios a lo
largo del tiempo.
Conocer bien a los hermanos nos permite apreciar mejor las
cualidades que nos atraen de ellos, como
su sinceridad, fidelidad, lealtad,
bondad, generosidad, consideración, compasión etc…
Para entablar en mantener tales vínculos, se deben de
acercarse unos a otros. Al fin de mostrar el cariño a plenitud, puede que
tengamos que ensanchar el corazón.
No hay porqué esperar a que los demás tomen la iniciativa, se
puede tomar la iniciativa en saludarnos en las reuniones, también invitándolos
a salir, ya sea como familia o individualmente, visitándonos, compartiendo
alguna comida sencilla o realizando actividades etc…
Hoy en día, muchas personas llegan al fin de su vida sin
haber entablado una sola amistad estrecha con nadie.
El auténtico amor fraternal no consiste en conversar de
manera educada o en tener buenos modales, tampoco en mostrarse exageradamente
efusivos, con ruidosas manifestaciones de emoción.
Hemos de estar dispuestos a abrir el corazón, de modo que
nuestros hermanos en la fe sepan que nos interesamos con sinceridad por su
bienestar, aunque no todos somos sociables o expresivos por naturaleza, ser
demasiado reservado puede perjudicarnos; “EL QUE SE AÍSLA BUSCARA SU PROPIO
ANHELO EGOÍSTA”.
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