REFLEXIÓN MES DE OCTUBRE

LA RELIGIÓN    ¿SIRVE PARA ALGO?

Para ser bueno no hace falta ninguna religión, opina mucha gente. De hecho, hay un número considerable de personas honradas, bondadosas y responsables a las que no les atrae para nada la religión.
Como tantos otros, ustedes quizás piensen que la religión apenas contribuye a mejorar la calidad de vida. Por otro lado, seguramente sepan que en tiempos de sus abuelos la gente era mucho más devota.
No obstante, a Yahveh sí le importa, y mucho, la adoración de quienes le sirven con verdad y sinceridad, y se complace cuando le demuestran gratitud por todo lo que reciben de Él.
Entonces, ¿se puede ser bueno sin adorar a Dios?. Piense por un momento; si un hijo no hace nada por sus amorosos padres, difícilmente lo calificaríamos de bueno. De igual modo, ¿puede alguien ser bueno si no hace nada por Dios?.
Adorar al Dios verdadero nos ayuda a liberarnos del egoísmo, en vista de la manera como nos creó “el Dios del amor”, jamás seremos felices si solo velamos por nuestros propios intereses.
Jesús enseñó una verdad fundamental sobre la naturaleza humana cuando dijo: “En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles” y que hay que tener las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Mayor felicidad hay en dar que en recibir”.
Por esta razón nos causa tanta alegría hacer cosas a favor de nuestros familiares y amigos. Sin embargo, la mayor felicidad proviene de hacer cosas para Dios, pues Él más que nadie, merece nuestro amor.
La religión verdadera también es beneficiosa porque contribuye a que seamos mejores hombres y mujeres. Al practicarla, desarrollamos una personalidad que nos ayuda a llevarnos bien con los demás, pues Dios y su Hijo nos enseñan a ser honrados, bondadosos y responsables.
Cuando llegamos a conocer y amar a Dios, nos sentimos impulsados a copiar sus cualidades, cumpliendo así su palabra: “Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma”.

Antonio Armario Muñoz



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